Los diagnósticos de Trastornos del espectro autista son más numerosos cada día (aunque no se sabe con seguridad si la prevalencia aumenta porque realmente aumentan los casos de personas con Autismo o porque se diagnostican más casos).
Hoy, 12 de abril, es el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo. Durante los días de ayer y hoy muchas asociaciones y organizaciones relacionadas con el Autismo están realizando eventos de concienciación y celebración de este día. Muchas personas estamos llevando una prenda azul o han colgado globos de este color en sus balcones, y multitud de edificios y monumentos a lo largo del mundo están iluminados de azul, como señal de la concienciación sobre el Autismo y siguiendo la iniciativa de la campaña
"Light it up blue" de la organización Autism Speaks. Estos eventos han alcanzado incluso a los medios de comunicación masivos: ayer me sorprendía leer que, durante el día de hoy, el reality show Gran Hermano estará dedicado al Autismo, y sus concursantes se verán envueltos en ciertas situaciones (como el tener que comunicarse mediante pictogramas) que les pondrán en cierto modo en la piel de una persona con este trastorno. Hasta la Administración Postal de las Naciones Unidas ha puesto en circulación sellos cuyas ilustraciones han sido creadas por artistas con Autismo.
Esperemos que todas estas acciones sirvan para acercar el Autismo a la población general, porque sigue siendo una afección muy desconocida y cargada de prejuicios y mitos. Para empezar, deberíamos quitarle la connotación patológica que se le suele dar. El autismo no es una enfermedad, sino un trastorno que afecta a diferentes áreas de la persona y que puede discapacitarla en ciertos aspectos, pero que no convierte a las personas autistas en personas enfermas. Del mismo modo que una persona que ha nacido con ceguera percibe el mundo de forma diferente y debe adaptarse al mismo sobrellevando la dificultad que supone su ceguera, una persona con autismo percibe el mundo de forma diferente, y ha de superar ciertas dificultades en algunos aspectos como la comunicación y la socialización, pero ello no significa que no puedan desenvolverse con mayor o menor normalidad. Las causas del Autismo no están claras, por lo que no puede prevenirse (aunque sí puede diagnosticarse de forma temprana). Tampoco se cura: es una condición neurológica que acompañará a la persona durante toda su vida, aunque sí que puede mejorarse la calidad de vida de estas personas mediante diferentes intervenciones que les ayudarán a adaptarse mejor las personas y el medio que las rodean.
Hace un tiempo leí un artículo titulado
"Las personas con TEA organizan su cerebro de forma distinta", que habla de los resultados de un estudio realizado en la Universidad de Montreal y según el cual, las personas con Autismo utilizan el cerebro de una forma distinta a como lo hacemos las personas "normales" o neurotípicas. El doctyor Laurent Mottron, director del estudio, declaraba que "la tendencia natural es pensar que el autismo es una forma de desorganización. Aquí, lo que estamos viendo es una reorganización del cerebro". Es decir, en el cerebro de las personas con Autismo, ciertas áreas se activan de forma distinta a como lo hacen en el resto de personas. Este estudio explicaría por qué algunos autistas poseen capacidades extraordinarias, como puede ser una gran memoria visual. En el fondo, esto es el autismo: una forma de reorganización de la experiencia, una forma diferente de percepción y comunicación, ni mejor ni peor que la de los demás. Las personas con Autismo y sus familias han de enfrentarse a veces a grandes demandas con el fin de poder desarrollar una vida normal. Sin embargo, eso no significa que las personas con autismo no puedan ser eficaces y felices, y hacer felices a aquéllos que los rodean.
Hace poco, la madre de una niña con Autismo con la que trabajo, utilizaba una acertada metáfora para explicarme lo que para ella había supuesto aceptar y adaptarse al trastorno de su hija. Me decía que descubrir que su hija tenía Autismo había sido como coger un avión a un destino y, una vez allí, descubrir que estás en un país distinto del que querías visitar. En este nuevo país no te valen los mapas ni la guía que tienenes, y tampoco hablas el idioma ni conoces las costumbres de sus gentes. Entonces tienes dos opciones: la primera es desesperarte, culpando a la compañía aérea, quejándote, estresándote, e intentando comprar un billete de avión para salir de allí como sea. La segunda es aceptar que estás allí y disfrutar tu estancia. No es el destino que tenías en mente, pero puede ser tanto o más divertido, interesante y enriquecedor que aquél.
Aceptar lo diferente, lo inesperado, lo inusual, respetarlo, disfrutarlo y aprender de ello es un paso importante, no sólo para desmitificar el Autismo y otras afecciones poco conocidas, sino también para ser más felices en este mundo en el que, abunda tanto lo estandarizado, prefabricado, retocado y normalizado que, lo distinto, es muchas veces lo más bonito.