Adiós 2011...
Durante el pasado año murieron dos grandes musicoterapeutas, dos de los culpables de que la musicoterapia sea una preciosa vocación para algunos entre los que me incluyo, así como una forma de mejorar la salud y la calidad de vida de muchas personas. Me gustaría recordar a Tony Wigram y Clive Robbins, grandes pioneros, mentores y difusores de la musicoterapia. Descansen en paz.
A finales del 2011 el Ministerio de Sanidad de España hizo público el "Informe de Terapias Naturales", relizado "a efectos de una futura regulación de las terapias naturales en nuestro país". En este informe se incluye la musicoterapia como terapia natural, dentro de las técnicas de la mente y el cuerpo, que son "prácticas que se concentran en la interacción entre la mente, el cuerpo y el comportamiento, y técnicas de control mental para afectar las funciones y promover la salud. Entre ellas destacan el yoga y la meditación. Otras prácticas que pueden incluirse en este grupo son la oración, la curación mental, y las técnicas que emplean soluciones creativas relacionadas con el arte, la música o la danza, cuando se utilizan como terapias".
Si bien la inclusión de la musicoterapia en este informe es positiva para su futura regulación como categoría profesional en nuestro país, y si bien me parece correcta su calificación como práctica relacionada con el arte y centrada en la interacción mente-cuerpo, también es cierto que la descripción es tan superficial que no hace honor a la inmensa riqueza de la musicoterapia.
Es curioso (y anacrónico) también el hecho de que, junto a la musicoterapia se mencionen prácticas como la oración y la curación mental. Tengo una visión holista del ser humano y estas prácticas merecen mi respeto. La mayor fuerza curativa se encuentra dentro de cada uno y la labor de un terapeuta es potenciarla. La música, al igual que muchas otras prácticas, viene siendo usada por la humanidad con fines terapéuticos desde tiempos prehistóricos. La musicoterapia no reniega del origen místico de la música y de sus propiedades curativas innerentes, conocidas desde hace mucho. Pero hay que aclarar que la musicoterapia no es una mera "práctica", sino que, desde hace unos sesenta años viene siendo una aplicación metodológica de la música en función de la persona y sus necesidades, y por parte de un terapeuta cualificado, que avanza gracias a la investigación y la práctica por parte de musicoterapeutas cualificados que asumen un código ético y unos marcos teóricos y metodológicos. Es decir, la musicoterapia como una forma de psicoterapia que es, es una ciencia.
Así pues, que la musicoterapia se incluya en el Informe de Terapias Naturales en el fondo es bueno... Pero es frustrante saber que, en otros países, es desde hace mucho tiempo ya una profesión sanitaria reconocida y prestigiosa, instaurada en las instituciones de salud y educación, cubierta en muchos casos por la seguridad social y difundida en muchas universidades como carrera universitaria. Aquí mucha gente la sigue asociando a musiquitas mágicas y juegos de niños. No es de extrañar cuando ha sido durante 2011 cuando el Colegio Oficial de Psicólogos de la Comunidad Valenciana y la Consellería de Sanidad han firmado las bases par acreditar y autorizar la Psicología como profesión sanitaria. Eso significa que, ¡por fin!, los gabinetes de psicología estarán registrados como centros y servicios sanitarios.
En España, en esto como en tantas otras cosas, vamos unos cuantos pasos por detrás. Lo de "ir al psicólogo", todavía está muy lejos de ser asimilido por la sociedad, y muchos se dejan llevar por los prejuicios y el "qué dirán". Pero poco a poco cada vez hay más personas que se dan cuenta de que ir a terapia no es un signo de debilidad, sino todo lo contrario, pues representa el primer paso de la mejora de uno mismo.
¡Hola 2012!
Del 4 al 7 de Julio del 2012 se celebra en Valencia el XVIII Congreso Europeo de Psicoterapia con el título "Psicoterapia: Mejorando la Salud Mental y el Bienestar Emocional de Europa" y bajo la máxima de que "no hay salud sin salud mental". Los temas prioritarios, que son los mismos que los del Pacto Europeo para la Salud Mental y el Bienestar del año 2008 son: prevención del suicidio y la depresión, salud mental en jóvenes, salud mental en tercera edad, disminución de la estigmatización y la exclusión social y salud mental en situaciones laborales.
Este tipo de congresos son una buena oportunidad para que los expertos intercambien conocimientos. Pero deben ser también una excusa para la reflexión por parte de todas las esferas de la sociedad. La salud mental y la psicoterapia han venido siendo denostadas por la sociedad (empezando por la sociedad científica) en pos de la medicina fácil del valium y el prozac, y ya va siendo hora de que todo el mundo reflexione sobre lo importante que son el equilibrio y el bienestar psíquico-emocional en los miembros de una sociedad que aspira a ser más justa y feliz.
Estamos en esa época de cambio en la que solemos hacer balance del año que acaba y preparativos para el que empieza. El 2011 ha sido un año intenso a nivel político-social y realmente parece que el 2012, tal y como mucha gente vaticina, va a suponer una época de cambios en muchos sentidos. Por supuesto que no se va a acabar el mundo... Sin embargo, la cultura occidental (léase capitalismo, globalización, consumismo, positivismo y un sistema democrático que no hace honor a sus significado etimológico) se está viendo sumido en una profunda crisis que antes o después debe desembocar en cambios. El arte, la filosofía, la ciencia, la política... forman un gran entramado que influye a la sociedad. Pero es a su vez la sociedad, todos y cada uno de los que la formamos, la que crea ese entramado y lo transforma. Si asumimos nuestro cambio, nuestra mejora personal, asumimos el primer paso en la mejora de nuestro entorno, de la sociedad y del mundo.
Me gusta imaginar un mundo en el que los psicoterapeutas somos innecesarios. Un mundo en el que todas las personas poseen las herramientas cognitivo-emocionales necesarias para afrontar sus vidas de forma eficiente, placentera, ética y en definitiva, feliz. Estas personas no sólo vivirían plenamente, sino que su existencia sería también una motivación, una inspiración y una causa de alegría para todos los demás. Hasta que llegue el día en que los psicoterapeutas sobremos lo mejor que podemos hacer para aportar nuestro granito de arena en la construcción de un mundo mejor es hacernos conscientes de que, para mejorar el mundo, lo mejor es empezar por uno mismo
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