jueves, 15 de septiembre de 2011

La Fórmula de la Felicidad
(GHQ nº 11; 2011)


Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace.
Jean Paul Sartre (1905-1980). Filósofo y escritor francés


      En esta revista hay un interesante artículo sobre la felicidad y diversos estudios neurológicos que se han llevado a cabo al respecto, y otro artículo sobre la felicidad en el trabajo. Pincha en el título de la entrada para ir al artículo completo.
      La felicidad es contagiosa, y los tres primeros años de vida de la persona, en los que sus circuitos neuronales se están configurando, son vitales para la posterior felicidad que sentirá en su vida. Por ello es tan importante que los niños reciban mucho afecto y sean educados en optimismo y entusiasmo. Sin embargo, aunque esto no suceda, e incluso aunque sufran traumas, estos se pueden superar: nuestro cerebro es increíblemente adaptable y, con las actitudes, comportamientos y pensamientos positivos adecuados, cualquiera puede ser feliz. Al fin y al cabo, la felicidad no es más que una descarga eléctrico-química que activa ciertas partes del cerebro. Tan sencillo (y tan complicado) como eso.
      Las personas felices son seguras de sí mismas, tienen redes sociales amplias y piensan de forma más creativa que las que no lo son. La felicidad es, además, la mejor medicina del mundo: las personas felices tienen un sistema inmune más fuerte, se recuperan antes de las enfermedades, sufren menos ante el dolor, tienen menos problemas coronarios y no sufren de estrés. Así que ya sabes que no tienes excusa para no ser feliz: deja de lado las preocupaciones innecesarias y disfruta de la vida al máximo, que son dos días.


La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, 
que pueden ocurrir pocas veces, 
sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días.
Benjamin Franklin (1706-1790). Estadista y científico estadounidense.

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